Ramón María del Valle Inclán - Ideología y compromiso político

Ramón María del Valle-Inclan
Ideología y Compromiso Político

Valle Inclán vivió en su niñez el ambiente de la tercera guerra carlista. Los relatos idealizados de la misma que le van llegando hacen que se forje una idea romántica del conflicto. Se declara defensor y devoto de la tradición y el catolicismo.

En "Sonata de invierno", el marqués de Bradomín, álter ego del autor, explicará esta postura por motivos estéticos: "Yo hallé siempre más bella la majestad caída que sentada en el trono, y fui defensor de la tradición por estética". (V.I. : SoSi, 1639).

En las elecciones de 1910 quiso participar en la resurrección del antiguo régimen y se presentó como candidato por Estella pero fue derrotado.

Posiblemente su verdadera intención al simpatizar con el carlismo fuese mostrar su aversión y repulsa por la España de la Restauración. Ésta es una repulsa que comparte con el resto de los intelectuales de su época que se inclinan, en general, por soluciones regeneracionistas y no de añoranza del carlismo.

Al estallar la guerra de 1914 Valle se manifiesta partidario de los aliados en contra de la postura de la mayor parte de los carlistas que simpatizan con Alemania.

Por estas fecha, el escritor se preocupa cada vez más por cuestiones de justicia social, se entusiasma con la revolución rusa y se aproxima al marxismo. Su obra se convierte en una sarcástica denuncia de la España oficial.

Al implantarse la Dictadura de Primo de Rivera fue, junto con Unamuno, uno de los escritores que más se significó en la oposición a este régimen, no cesó de manifestar públicamente su descontento (llegó a pedir para España "una dictadura como la de Lenin ") y de participar activamente en las iniciativas de la radical Federación Universitaria Española promotora de la huelga estudiantil de 1929. Su postura le supuso arrestos, multas e incluso prisión de dos semanas en la cárcel Modelo. Por todo ello, su teatro y particularmente los esperpentos fueron censurados y no se pudieron representar. El directorio militar veía y con razón, que los protagonistas de los tres esperpentos de Martes de Carnaval eran los militares españoles a los que el autor presentaba de forma grotesca lo que supuso que al publicarse "La hija del capitán" en 1927 la obra fuese secuestrada por orden de la Dirección General de Seguridad. Por otra parte el teniente Friolera fantoche trágico de "Los cuernos de Don Friolera" aparecía como una víctima ridícula del código de honor calderoniano tan valorado por los militares.

En esta situación Valle recibió jubilosamente la caída de la monarquía e incluso manifestó la necesidad de castigo para Alfonso XIII. Con la llegada de la República se presentó a las elecciones como candidato lerrouxista por La Coruña pero fue derrotado de nuevo. Su apoyo al gobierno resultó efímero y sólo mantuvo su admiración por Azaña.

A pesar de lo precedente, su simpatía por el carlismo no desapareció nunca y en 1932 el pretendiente Don Jaime le nombró "Caballero de la orden de la legitimidad proscrita" y en consonancia con su originalidad y la fuerza que en él tenía el impulso estético, durante su estancia en Roma mostró cierta simpatía hacia el fascismo de Mussolini manifestando la impresión favorable que le producían los desfiles militares y los gritos de entusiasmo popular. Al volver a España, siguió luchando por la revolución social y se solidarizó con los mineros asturianos sublevados en 1934.

Salinas calificó a Valle Inclán de "hijo pródigo del 98" que en un principio se mantuvo resguardado "de lo español y sus tragedias." pero que luego se sintió "herido por el famoso dolor de España" [Le, 111].

Es una constante afirmar que nuestro autor sigue un proceso inverso al de la mayor parte de sus compañeros y que empieza como tradicionalista para acabar como revolucionario. Lo que si parece cierto es que Valle Inclán se mueve siempre por impulsos emotivos y contradictorios en cuanto a lo ideológico y a su compromiso con las realidades políticas y sociales de su época y que esta conducta no sólo le planteó conflictos personales sino que también supuso inconvenientes para el estreno y difusión de alguna de sus obras puesto que la dramaturgia de Valle Inclán más vanguardista y vinculada al teatro expresionista europeo, sólo pudo representarse durante los años veinte y los años de la II República muy parcialmente gracias al esfuerzo del director y amigo Cipriano Rivas Cherif (1891-1967).

En general, podemos afirmar con F.B.Pedraza que la coherencia que hallamos en su obra literaria está ausente en las manifestaciones de su evolución ideológica.