Vida
Blas de Otero, nacido en Bilbao, Vizcaya, en 1916, es uno de los más representativos e influyentes poetas de la posguerra española.
Nació en el seno de una familia burguesa y comenzó sus primeros estudios en colegios jesuitas, donde recibió una formación religiosa, con la que rompería más tarde para convertirse en uno de los principales exponentes de la poesía social. Tras terminar su bachillerato en Madrid se licenció en Derecho por la Universidad de Valladolid, aunque nunca llegó a ejercer esta carrera. Posteriormente se trasladó a Madrid donde se dedicó por entero a la creación literaria. Durante algún tiempo también se dedicó a la enseñanza pero la abandonaría al ser reconocido internacionalmente como poeta, para dedicarse a partir de este momento plenamente a su obra y a sus actividades de conferenciante.
La infancia y adolescencia de Blas de Otero estuvieron tremendamente marcadas por problemas de carácter familiar y económico, hecho que sin duda influyó decisivamente en su poesía inicial. Llegó a formar parte del bando republicano durante la guerra civil, y finalmente caería prisionero. Tras la guerra, sus comienzos literarios tuvieron lugar en revistas en las que publicaba sus poemas.
Por su trayectoria poética, Blas de Otero resume la evolución de la poesía española de su tiempo con estas palabras: “del yo al nosotros”, para resaltar la transición de la expresión de sus angustias personales a una poesía social. En sus últimos años, se advierten nuevas inquietudes de experimentación formal.
Obra
La obra de Blas de Otero se caracteriza por la transformación de lo sutil y metafórico en arma de denuncia y de protesta, en instrumento impulsor de la conciencia social, que, sin evadir la claridad, demuestra la preocupación por los problemas del entorno y por el hombre, a través de sus versos, en los que se evidencia un profundo sentido de solidaridad y repulsión hacia la injusticia. En su trabajo, así como en el de algunos de sus contemporáneos, se distinguen temas como la injusticia social, la alienación, el anhelo de libertad o la esperanza de un mundo mejor.
Blas de Otero es un riguroso trabajador del lenguaje, aunque ello no se perciba siempre. Es abundante la utilización de recursos estilísticos de todos los planos: fonético (aliteraciones, juegos de sonidos), sintáctico (paralelismos, reiteraciones...), léxico (juegos de palabras, gusto por el léxico popular), etc., todo ello enfocado a poner de relieve el contenido conceptual y afectivo.
Su métrica incluye tanto las estrofas clásicas o tradicionales como el verso libre, aunque con un rasgo común: un ritmo bronco, con características rupturas del fluir del verso
i) Etapas
La obra de Blas de Otero se encuentra dividida en cuatro etapas:
a) Primera Etapa:
En la primera Etapa, que constituye su poesía inicial, se encuentra “Cántico espiritual”, publicada en 1942 marcada por una gran religiosidad, se perciben las influencias de la mística española, en especial de los poetas san Juan de la Cruz y fray Luis de León.
b) Segunda Etapa
Más adelante, a raíz de una crisis existencial en la que influyó la obra de Dámaso Alonso “Hijos de la ira”, Blas de Otero desecharía esta poesía primeriza e iniciaría una etapa de poesía desarraigada, con dos obras importantes: “Ángel fieramente humano” en 1949 y “Redoble de Conciencia” una año después. Ésta última obra fue galardonada con el Premio Boscán, tras el cual Otero vendió su biblioteca y se trasladó a París, donde militó en el partido comunista, ya que su ideología no comulgaba con el régimen franquista.
En su labor literaria reconocemos el reflejo de sus conflictos personales y una reflexión hacia su existencia y la religión, ubicándolo, dentro de la llamada poesía desarraigada, estilo que se caracterizó por un sentimiento de angustia existencial y desesperanza hacia el mundo, una marcada religiosidad, y un tono de duda hacia los dolores de la humanidad. España había vivido una guerra cruel, y los cuestionamientos hacia la "impasividad de Dios" ante el sufrimiento y la injusticia, son evidentes en sus textos. Con el tiempo, comienza en el poeta un cambio interior que lo acerca a lo colectivo, experimentando, en cuanto a ideología, un giro radical, que va desde un cristianismo dramático a un marxismo militante.
c) Tercera Etapa:
Su tercera etapa se sitúa dentro de la llamada poesía desarraigada que surge de su visión de un mundo que ha sufrido una guerra devastadora tras la que el hombre se ve sumido en el caos y la duda. Por este motivo, el poeta se siente solidario con los hombres, víctimas de la destrucción. Estamos ante una etapa en la que domina el "yo" del poeta, con sus problemas, su angustia existencial... Su poesía es asimismo de corte existencial ya que se interroga sobre el sentido de la existencia, del mundo, del hombre. En muchos momentos, sus poemas pueden considerarse religiosos por dirigirse a un Dios "terrible" que se asemeja más bien al del Antiguo Testamento. Es un Dios al mismo tiempo anhelado e incomprensible ya que guarda silencio ante las injusticias que sufre el hombre. Le gustaría que Dios fuese ese refugio al que pudiese acudir el hombre para soportar el dolor, pero no es así, por lo que se siente desamparado.
La religiosidad de Blas de Otero entra en crisis. Por este motivo buscará la eternidad y la realización vital en el amor encarnado en una mujer, pero el resultado será igualmente frustrante.
Así, sólo le quedará una vía para salir de la soledad y abandonar la angustia profunda en que se encuentra sumido: los demás hombres. Se produce de este modo un acercamiento al "nosotros". Aquí planteará el problema del sufrimiento en general, de los demás hombres. A partir de ese momento sólo importará ser hombre, sin esperar ninguna solución extraterrenal. Blas de Otero, al creer en los hombres, recobrará la esperanza y decidirá escribir definitivamente para el hombre, conectando así con la poesía social de Pido la paz y la palabra (1955) al que siguen En castellano (1959) (año en el que obtiene el Premio de la Crítica), y Que trata de España (1964) título que englobará luego a los tres libros. En ellos expresa su anhelo de paz, su ansia de libertad y la esperanza de un futuro distinto para el mundo, pero particularmente para España, utilizando un lenguaje sencillo, que sin dejar de ser poético llegue a las mayorías.
El lenguaje de Blas de Otero en este ciclo se caracteriza por su violencia expresiva, dramatismo, desgarro, extrema tensión, densidad estilística y forcejeo con el lenguaje; buscando así conseguir efectos inesperados. Esto hace que los sonetos parezcan distorsionados a causa de los cortes ásperos y abruptos encabalgamientos; de ahí su ritmo apasionado y angustioso. En sus poemas en versos libres aparece - en ocasiones - una amarga ironía, muy original. En Ancia (1958), Blas de Otero reunió en un solo volumen los poemas que en un primer momento incluyó en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), a los que añadiría varios poemas nuevos.
d) Cuarta Etapa:
Ya en su última época, la poesía final, publica “Mientras” e “Historias fingidas y verdaderas” en 1970 y va componiendo, entre otras, las poesías de Hojas de Madrid (1968-1979). Durante este tiempo visita las grandes naciones comunistas de la época, la Unión Soviética, China y Cuba, aunque en 1968 tiene que regresar a España debido al avanzado estado de su cáncer. Blas de Otero fallece en Madrid el 29 de julio de1979 en compañía de Sabina de la Cruz, cuatro años después de la muerte de Franco, y habiendo vivido al fin la legalización del partido comunista en España.
La obra de Blas de Otero no es muy numerosa pero ha sido uno de los máximos exponentes de la literatura de posguerra y al que muchos poetas posteriores le son deudores, por su lirismo y compromiso social, en definitiva, uno de los poetas más importantes de España del siglo XX
ii) Estructura y forma de sus obras
a) Estructura / ritmo:
Entre las estructuras y ritmos más habituales en la poesía de Blas de Otero destacan: a) Sonetos: Versos endecasílabos de rima consonante agrupados en dos cuartetos y dos tercetos (ABBA, ABBA, CDC, DCD); b) Poemas de verso blanco (mismo número de sílabas pero sin rima). El ritmo aparece entrecortado por signos de puntuación que suponen numerosas pausas, pero sobre todo por los encabalgamientos que privilegian en el poema a unas palabras frente a otras y que reflejan la misma angustia existencial que tienen como trasfondo los poemas. El ritmo también viene marcado por palabras que suenan fuerte. También hace uso de los hipérbatos.
Destaca la búsqueda incesante de la comunicación con el lector para la cual se vale de vocativos, imperativos, etc. Esta comunicación se pretende con la “inmensa mayoría”, es decir con el yo colectivo que busca la poesía de Blas de Otero.
b) Temas:
Los temas tratados por Blas de Otero son de corte existencial, metafísicos o a veces religiosos. Busca el diálogo con Dios, pero aparece como un Dios mudo contra el que el hombre se revela por su angustia y dolor. También aparece el tema del amor con un doble tratamiento: La mujer como persona lejana, por un lado; y como deseo (alma que abraza para alcanzar la eternidad), por otro; esto guarda relación con el tema de la mujer de Pablo Neruda. Hay palabras con connotaciones que hacen referencia a la guerra y a sus consecuencias (pobreza, muerte, hambre, etc.) La muerte es otro elemento o tema muy presente en Ancia, el hombre se revela contra la muerte, unas veces huye de ella y otras la afronta. De igual manera hay verbos que ponen de manifiesto esa angustia existencia que tienen los poemas como trasfondo, y también palabras que hacen referencia al cuerpo humano, a la carne, a veces, esto se compara con los versos de poeta lo que da la idea de que esos versos son tangibles, de que no hablan de cosas etéreas. La metapoesía. Referencia al mar (muerte, infinitud).
c) Estilo / figuras retóricas:
El autor alterna en sus poemas el uso de la primera y de la tercera persona, lo cual a veces sirve para dar una pista sobre la posible división en partes del poema. Blas de Otero busca una poesía comunicativa, fácil de entender por el lector, que le invite a pensar y a participar del poema. Para ello utiliza una retórica sencilla, que no complique la expresión.
Así pues, aparecen repeticiones y anáforas que hacen hincapié en algunas palabras que el poeta considera vitales para el objetivo y el sentido del poema. También recurre a figuras que aluden a imágenes, algunas de ellas cósmicas. Estas figuras son la metáfora, la sinécdoque (el todo por la parte o la parte por el todo), sinestesia, alegoría (que a veces todo el poema constituye una al estar montado sobre un conjunto de imágenes y sobre todo de metáforas), metonimia y, sobre todo, el oxímoron, una figura muy importante en Blas de Otero. El oxímoron (predicar de una palabra algo que es totalmente contradictorio o imposible: “nieve en llamas”) y en general todas estas figuras son utilizadas por Blas de Otero para ofrecer una explicación a los hechos y sentimientos que plasma en el poema, de manera que haga trabajar la imaginación del lector. El oxímoron es un recurso propio de la poesía mística. También son importantes el desplazamiento calificativo, la antítesis y la paradoja que a veces conlleva.
Blas de Otero también utiliza otros recursos como los juegos de palabras, que confieren al poema un tono popular, y las frases hechas. En este sentido utiliza también la paronomasia (palabras de parecida pronunciación pero distintos significado). Este juego fónico, muy común e importante en Ancia, puede aparecer también mediante la aliteración o la similicadencia. Juega también con la derivación. Por otro lado, hace uso de las exclamaciones, que como figuras patéticas confieren al poema un tono emotivo por los sentimientos del poeta, las enumeraciones (a veces con gradaciones), las interrogaciones retóricas que hacen reflexionar al lector, los paralelismos y los epifonemas.
Ancia
Tras unas obras primerizas, Otero publica Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951); luego, reunidos en un solo volumen, con 38 poemas más: Ancia (1958), "palabra" formada por la primera sílaba del primer título y la última sílaba del segundo, con la que obtendría el Premio Fasternrath de la Real Academia Española en 1961.
Se trata de una poesía desarraigada, expresión del "yo" con sus angustias existenciales. Es, ante todo, una poesía "metafísica", es decir, dedicada a inquirir sobre el sentido del hombre y del mundo.
Contiene poemas religiosos, pero dirigidos a un Dios a la vez anhelado e incomprensible al que lanza súplicas sin obtener respuesta. Hay también poemas amorosos, impregnados de la misma sed de Absoluto. Y hay, en fin, un primer acercamiento al "nosotros", a los sufrimientos de los demás hombres; así, en poemas como "Crecida", "Encuesta", "Canto primero"...
Predominan en esta etapa las formas clásicas: Blas de Otero se revela, en particular, como espléndido sonetista. Ensaya también el verso libre. Su densidad estilística es ya asombrosa. Y se perciben, entre otras, las influencias de los Salmos, de Quevedo o de Unamuno.
Ancia fue un grito de alerta en medio de la desolación de ambas postguerras. Dámaso Alonso, en el estudio que en 1952 dedicó a estos libros dice: “Otero es quien con más lucidez que nadie ha expresado (...) los datos esenciales del desarraigo. De ahí es donde brota todo este canto frenético y a jirones.” Poesía del hombre frente a la muerte y el vacío, pero también poesía del amor y de la esperanza. “Escribo con el cuello llameante”, dice Blas de Otero en uno de los poemas de Ancia; pero también: “Me estás hiriendo con unas alas tan frágiles”, dirigido al recuerdo de una mujer. Blas de Otero cuida extraordinariamente la forma en su verso. En Ancia están muchos de sus sonetos más conocidos por su perfección. Esta 6ª edición de Ancia sale después de la muerte del poeta. Sirva de homenaje a su memoria.
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