Cantos de Vida y Esperanza
- I - Cien veces hizo cosas tan sonoras y grandes La coraza revela fina labor; la espada Tiene labios de Borgia, sangrientos labios dignos Y con todo, este hidalgo de un tiempo indefinido |
II Al marfil monacal de esa faz misteriosa ¡Oh, Sor María! ¡Oh, Sor María! ¡Oh, Sor María! Y parece que el hondo mirar cosas dijera, - II - Sobre el jarrón de cristal Antiguos ritos paganos ¡Divina Estación! ¡Divina
- III - La dulzura del ángelus matinal y divino de ruiseñor, opuesto todo al rudo destino todos hechos de carne y aromados de vino... mientras el pobre esquife en la noche cerrada - IV - Es la tarde gris y triste. Del abismo se levanta Los violines de la bruma La armonía del cielo inunda, Del clarín del horizonte Cual si fuese lo invisible... Quiero expresar mi angustia en versos que abolida Y el viaje a un vago Oriente por entrevistos barcos, Lejano clavicordio que en silencio y olvido Esperanza olorosa a hierbas frescas, trino El ánfora funesta del divino veneno de ir a tientas, en intermitentes espantos, - VI - Juventud, divino tesoro, Plural ha sido la celeste Miraba como el alba pura; Yo era tímido como un niño. Juventud, divino tesoro, La otra fue más sensitiva, Pues a su continua ternura En sus brazos tomó mi ensueño Juventud, divino tesoro, Otra juzgó que era mi boca Poniendo en un amor de exceso y de nuestra carne ligera Juventud, divino tesoro, ¡Y las demás! En tantos climas, En vano busqué a la princesa Mas a pesar del tiempo terco, Juventud, divino tesoro, ¡Mas es mía el Alba de oro! - VII - De don Luis de Góngora y Argote de España está sobre la veste oscura Yo en equívoco altar, tú en sacro fuego, jugando de la luz con la armonía, II Alma de oro, fina voz de oro, ya al misterioso son del noble coro A Teócrito y Poussin la Fama dote y yo las telas con mis luces gemo, III Tu castillo, Velázquez, se eleva en el camino Gloriosa la península que abriga tal colonia. De ruiseñores y águilas se pueblen las encinas, - VIII - El alma de Vicente llega al coro Ve entonces la región en donde existen Luego la majestad esplendorosa Cristo al Santo bendice - IX - De Pascal miré el abismo, Hay, no obstante, que ser fuerte; - X - En la fresca flor el verso sutil; Amor y dolor. Halagos y enojos. ¡Oh, saber amar es saber sufrir! ¡Rosa de dolor, gracia femenina; Líbranos, Señor, de abril y la flor |
- XI - Saluda al sol, araña, no seas rencorosa. - XII - El cisne en la sombra parece de nieve; Y luego, en las ondas del lago azulado, Tal es, cuando esponja las plumas de seda, Suspira la bella desnuda y vencida, - XIII - ¡Divina Psiquis, dulce Mariposa invisible Te asomas por mis ojos a la luz de la tierra Sabia de la Lujuria que sabe antiguas ciencias, Y encuentras sombra y duelo. Que sombra y duelo encuentres A Juan virgen y a Pablo militar y violento, Entre la catedral y las ruinas paganas - XIV - El soneto de trece versos Por lamentar a mi conciencia Scherezada se entredurmió... Mas el pájaro azul volvió...
- XV - ¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito! Phocas el campesino, hijo mío, que tienes, Tarda en venir a este dolor a donde vienes, Sueña, hijo mío, todavía, y cuando crezcas, pues tú eres la crisálida de mi alma entristecida, - XVII - ¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla Eva y Cipris concentran el misterio Gloria, ¡oh, Potente a quien las sombras temen! Gloria, ¡oh, Sublime que eres la existencia, Inútil es el grito de la legión cobarde Pues en ti existe Primavera para el triste, - XVIII - Horas de pesadumbre y de tristeza Él es la vida y la naturaleza, Cristiano y amoroso y caballero viendo cómo el destino - XIX - ¡Dies irae, dies illa! La tierra se vuelve loca, Tiemblan los lirios tempranos El bosque se encuentra estrecho Sobre los senderos, es Y el Sol, sultán de orgullosas - XX - Mar armonioso, Mar armonioso, Velas de los Colones Cleopompo y Heliodemo, cuya filosofía al aire su confianza en la eterna armonía. Una vaca aparece, crepuscular. Es hora y en la pupila enorme de la bestia apacible - XXII - Ay, triste del que un día en su esfinge interior Lo que el árbol desea decir y dice al viento, - XXIII - En el país de las Alegorías Pues la rosa sexual - XXIV - Hoy pasó un águila Pasó un búho Pasó una paloma Pasó un gerifalte. ¡Oh, gerifalte! Pasa el ruiseñor. Pasa un murciélago. - XXV - Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía. Ése es mi mal. Soñar. La poesía Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo; Y en este titubeo de aliento y agonía, - XXVI - Nidos en los tibios árboles, El beso de esa muchacha Y el vientre de esa pequeña Y el aliento de la selva virgen - XVII - Yo sé que hay quienes dicen: ¿Por qué no canta ahora Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa, |
- XXVIII - Poderoso visionario, Por ti, cuya gran paleta, por tus lóbregas visiones, por tus colores dantescos, Porque entra en tu gran tesoro y con el bravo torero, Tu loca mano dibuja y aprende una abracadabra Musa soberbia y confusa, Tu pincel asombra, hechiza, con las manolas amables, En tu claroscuro brilla o hace encender tu pincel Tienen ojos asesinos Tu caprichosa alegría Así es de ver y admirar De lo que da testimonio: - XXIX - En la playa he encontrado un caracol de oro He llevado a mis labios el caracol sonoro Así la sal me llega de los vientos amargos y oigo un rumor de olas y un incógnito acento - XXX - Amar, amar, amar, amar siempre, con todo Y cuando la montaña de la vida - XXXI - Marqués (como el Divino lo eres), te saludo. Me quedé pensativo ante un mármol desnudo, Versalles otoñal; una paloma; un lindo la reciente impresión de tus triunfos... prescindo - XXXII - A Mariano de Cavia En los instantes del silencio misterioso, Como en un vaso vierto en ellos mis dolores Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido, Todo esto viene en medio del silencio profundo - XXXIII - Sobre el caro despojo esta urna cincelo: una alondra fugaz sorprendida en su vuelo Tal si fuese escultor con amor cincelara y sería mi sueño, al nacer de la aurora, - XXXIV - ¡Claras horas de la mañana En la angustia de la ignorancia ¡Epicúreos o soñadores Exprimamos de los racimos Devanemos de Amor los hilos, - XXXV - Cuidadoso estoy siempre ante el Ibis de Ovidio, - XXXVI - En medio del camino de la Vida... Y no hay que aborrecer a la ignorada - XXXVII - Bandera que aprisiona Cual princesa encantada, Las rosas que tú pises Carrera de Atalanta Y si meditabunda Ronsard, lira de Galia, para que la corona Ten al laurel cariño,
- XXXVIII - A Vargas Vila A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo Amor, tu hoz de oro ha segado mi trigo; En el erecto término coloco una corona junto a la adolescente que en el misterio inicio - XXXIX - Noble peregrino de los peregrinos, ¡Caballero errante de los caballeros, ¡Tú, para quien pocas fueran las victorias Escucha, divino Rolando del sueño, ¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida, ¡Ruega por nosotros, que necesitamos Ruega generoso, piadoso, orgulloso; De tantas tristezas, de dolores tantos, De rudos malsines, Noble peregrino de los peregrinos, Ora por nosotros, señor de los tristes, - XL - Buey que vi en mi niñez echando vaho un día Pesado buey, tú evocas la dulce madrugada - XLI - A René Pérez Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, lo que no conocemos y apenas sospechamos, |
Biografía | Poesía: Cantos de Vida y Esperanza / Poemas (II): Poemarío | Cuentos: El caso de la señorita Amelia / Betún y sangre/ La larva / El fardo / Thanatopia / El pájaro azul / Huitzilopoxtli / El rubí / La extraña muerte de Fray Pedro / La pesadilla de Honorio / El velo de la reina Mab / El rey burgués